Sonia Zúñiga (Centro Nacional de Biotecnología del CSIC): "Hay riesgo en vacunas que se saltan ensayos en animales para probarse en humanos, como la norteamericana"
Una de las virólogas de referencia en España habla en esta entrevista de un viejo conocido desde los tiempos del SARS y de su capacidad de metamorfosis. También de una ocasión para revalorizar el papel de la epidemiología en la ciencia
"Entiendo que puede haber un riesgo al probarse vacunas que se han saltado los ensayos en animales para pasar directamente a humanos, como es el caso de la norteamericana", apunta la experta
"Cuando algún país, el que sea, y una farmacéutica, la que sea, saquen una vacuna que funciona, la OMS será la encargada de que esa vacuna llegue a todos los sitios donde se necesite. Es parte de su función"
Desde muchos años, mientras miles de millones de personas vivían absolutamente ajenos a los coronavirus, la investigadora Sonia Zúñiga dedicaba su vida a ellos. Pero, de repente, todo ha cambiado. En menos de medio año el SARS-CoV-2 se ha convertido en el protagonista de la vida de miles de millones de personas y ha causado la muerte a más de 300.000. Entretanto, esta viróloga del centro nacional de biotecnología del CSIC ha continuado en su labor diaria. Su laboratorio, en el que trabaja junto a Luis Enjuanes e Isabel Sola, es el gran referente de España en la materia: lleva 30 años trabajando con coronavirus y 18 con los más perniciosos para el ser humano, exactamente desde la aparición del SARS en 2002. Desde que se hizo pública la secuencia genética del virus que provoca el covid-19, a principios de año, esta investigadora ha encaminado todos los esfuerzos a encontrar una vacuna segura, sin sentirse en una prueba contrarreloj, pero asumiendo que los científicos están más que nunca en el centro de los focos y bajo una presión desconocida hasta la fecha.
- ¿Cómo le llegan las noticias a una científica? ¿Cómo, cuándo y quiénes empezaron a trabajar en el SARS-CoV-2?
- Nosotros habíamos tenido noticias de la neumonía de China, pero cuando se describió que la provocaba un coronavirus dijimos: "Uy, esto es mucho más interesante". Empezamos a seguir en medios científicos lo que se iba publicando y también veíamos lo que aparecía en el resto de medios. Sin embargo, en una situación como esta hay que cribar incluso la información científica. Cuando el 11 de enero se liberó la secuencia genética para la comunidad científica empezamos a diseñar estrategias para poder hacer ingeniería genética del virus y poder estudiar cómo se comporta, determinar por qué causa las patologías, generar vacunas y posibles tratamientos antivirales.
- ¿Cómo funciona la ingeniería genética que desarrollan?
- La secuencia genética es un código largo formado por cuatro letras combinadas. A partir de eso colocamos dónde estaba cada uno de los genes virales. Nosotros ya sabíamos, por ejemplo, que este coronavirus tenía un 80% de similitud con el del SARS. Por otro lado, a partir de ese código buscamos estrategias para hacer trozos de esa secuencia, que se sintetizan químicamente. Luego los ensamblamos en un plásmido para generar el genoma completo del virus y modificarlo. Nuestro laboratorio fue pionero en el mundo en poder manejar el genoma completo de los coronavirus en el año 2000. Es muy grande, muy complejo, hacer ingeniería genética de ellos, y con este sistema lo conseguimos. Y esto no solo se ha aplicado a los virus del SARS y del MERS, sino también a otros tipos de virus, animales por ejemplo, así que tenemos ya mucha experiencia en la materia. Reconstruimos un genoma completo cuyo origen no es un aislado de un virus de un paciente, sino las letras del ordenador, que no es otra cosa que la secuencia que se publicó en ese momento.
- Lleva toda la vida profesional ocupándose de los coronavirus. ¿Cómo definiría el que ahora nos está atacando?
- Si nos ponemos en el punto de vista del virus diríamos que está estupendamente, distribuyéndose como quiere. Para multiplicarse precisa de hospedadores, así que lo que necesita no es matarlos, sino tenerlos libres, felices por ahí, corriendo, diseminando virus. Por eso digo que este virus es listo, porque el 94% de personas que se infectan o no tiene síntomas o son leves, pero sin embargo diseminan muchos virus y esto le facilita mucho las cosas. Esta característica es lo que le distingue de los anteriores que causan enfermedades severas y también lo que lo hace más interesante.
- ¿Tiene la sensación de que se está yendo demasiado rápido? ¿Se corren riesgos en buscar la vacuna como si fuese un trofeo?
- No contemplamos la búsqueda de la vacuna como una carrera. O sea, si otras vacunas más sencillas que las nuestras salen primero, fenomenal, será bueno para todo el mundo. Los tiempos no los marcamos nosotros, sino los sistemas biológicos con los que trabajamos. Nosotros podríamos estar trabajando 24 horas al día, siete días a la semana, y por ello no iríamos más rápido. Entiendo que puede haber un riesgo al probarse vacunas que se han saltado los ensayos en animales para pasar directamente a humanos, como es el caso de la vacuna norteamericana. Lo que aceleran son las plataformas de vacunas que ya existían, y que resultan más sencillas de hacer, porque se basan en un único componente del virus. De esta forma, entendemos que todos los que tienen una estrategia o una plataforma anterior la prueben, porque este virus no es como el SARS, su primo hermano, que llegó en 2002 y se acabó en 2003, sino que tiene pinta de que está muy adaptado a la población humana y que podría volver. También creo que la prisa no es por llegar primero, eso es irrelevante. La idea que subyace es tener una primera vacuna para que el próximo invierno se evite otra epidemia de este nivel.
- ¿Qué previsión tienen sobre la que ustedes están investigando?
- Nuestra vacuna va a tardar más, pero creemos que va a ser mucho mejor. Tenemos la experiencia de SARS y MERS con estrategias similares, que protegían al 100% en varios modelos animales distintos, por lo que tenemos mucha fe en estas vacunas. En el fondo, lo que se presenta al sistema inmune es un virus entero, no un solo trozo, de manera que al final resulta muy probable que la respuesta inmune a este tipo de vacuna sea más potente, más balanceada y pueda permitir que dure más en el tiempo, de manera que la vacuna puede que sea más eficaz que otras. Nosotros decimos: vamos a trabajar en esta vacuna, porque la historia nos dice que se empieza por una, pero luego se va mejorando y evolucionando con el tiempo, y si es mejor, se cambia.
- ¿Qué siente una científica cuando escucha a los políticos elaborando teorías sobre el virus o sobre cómo combatirlo?
- Como expertos hay cosas a las que, sinceramente, no damos crédito. Desde hace muchos años decimos que los virus son emergentes, o sea, que aparecen de repente, y que tienen potencial pandémico. Entonces que surja un coronavirus nuevo, de murciélago, y que pase al hombre y cause una pandemia, no nos gusta, pero tampoco nos sorprende. Ya había sucedido en otras ocasiones. Estas teorías de si lo han creado en un laboratorio nos parecen ciencia ficción, o más ficción que ciencia. En una situación así todo el mundo tiene sus ideas, pero el peligro es que la gente no se informe a través de fuentes contrastadas y fiables. En vez de buscar remedios milagrosos sería mejor que la población se responsabilizase de su comportamiento en el día a día, evitando acercarse a otras personas y extremando la higiene. Así, entre todos, lo lograremos. Nosotros vivimos la epidiemia de SARS en 2002 y de MERS en 2012, y al principio de esta epidemia nos chocaba tal cantidad de información de cosas tremendas que circulaban. ¿Cuál era la diferencia? Las redes sociales. En aquel momento no existían o no hasta este punto, en el que se disemina la información, pero también la desinformación.
- Las críticas a los políticos arrastran a los científicos que trabajan con ellos. ¿Se ven juzgados y comparados con otros países?
- Desde el CSIC y el Ministerio se nos apoya y se nos consultan muchísimas cosas, y eso es bueno. Parece que se pregunta a la gente que sabe. Es muy fácil decir todo después de que pasen las cosas, pero tomar decisiones es muy complejo y yo no querría estar en la piel de quien tiene que tomarlas. Lo que pasa es que la situacón y la respuesta de la población resulta distinta en cada país. No consiste solo en lo que dice el científico, sino en cómo se desarrolla el seguimiento de las normas. En algunos sitios se sigue a rajatabla, mientras que aquí, por ejemplo, se suspendieron las clases y la primera semana se lo tomaron como unas vacaciones. Eso va en el carácter, no son cosas tan científicas. De manera que resulta muy difícil compararnos en eso a otros países.
- A diferencia de otras crisis anteriores, en esta no parece estar tan contestada la industria farmacéutica. ¿Cuál es su papel? ¿Cuando llegue la vacuna todos los países la recibirán?
- Nuestro trabajo acaba con el candiato a vacuna que se prueba en los ensayos preclínicos en animales y, cuando ya sabemos que funciona, se patenta, en muchas ocasiones desde el CSIC, a través de los expertos que tenemos en transferencia de tecnología. A partir de ahi vienen compañías que tienen la capacidad para producir a gran escala y poder llevar a cabo los ensayos clínicos. Esto último se escapa de nuestras manos. Probablemente los precios de las vacunas y la disponibilidad dependerán de la dificultad del escalado en la producción y de lo eficaz que sea. Sin embargo, en una situación como esta, la Organización Mundial de la Salud está para eso exactamente: cuando algún país, el que sea, y una farmacéutica, la que sea, saque una vacuna que funcione, la OMS será la encargada de que esa vacuna llegue a todos los sitios donde se necesite. Es parte de su función y no me entra en la cabeza que no vaya a ser así.
- ¿Esta experiencia servirá para que esta rama de la ciencia ocupe un espacio acorde a su importancia?
- Quiero ser optimista. De un tiempo a esta parte parecía que la virología y las enfermedades infecciosas estaban un poco de lado, en general, porque, todo el mundo lo entiende, el cáncer y las enfermedades neurológicas son muy importantes, no se puede dudar de ello. No obstante, las enfermedades infecciosas son también muy importantes y no conviene olvidarlas, ya que si uno no lleva mucho tiempo trabajando con ellas, cuando sucede algo como esta epidemia, no se encuentra preparado. Funciona como un seguro de coche: uno lo tiene, lo paga y espera no llegar a usarlo nunca, pero si, por desgracia, algún día tiene que recurrir a él, qué bien que lo haya estado pagando. Esto es lo mismo. En España hay laboratorios y virólogos muy buenos, que están trabajnado en la materia para estar preparados para todo lo que venga a partir de ahora. Eso es lo más importante.
(Arturo Lezcano, Tinta Libre, junio 2020)