Daniel López-Acuña: "Los que imaginan riesgo cero de contagio están en un mundo ilusorio"
El exdirector de Acción Sanitaria en Crisis de la OMS Daniel López-Acuña advierte que se está muy lejos de alcanzar una inmunidad de rebaño y que sería «más racional» aspirar a un horizonte de dos casos por cada cien mil. Además, critica a quienes piden test masivos no focalizados porque promueven «un despilfarro sin sentido»
2 por 100.000.- «El margen debería de ser de uno o dos infectados cada 100.000 y poder así hacer una contención reforzada, como al inicio»
Inmunidad, lejos.- «La inmunidad de grupo está fuera de la cuestión, porque supondría sextuplicar lo que hemos tenido hasta ahora y eso sería una hecatombe»
Previsible sí y no.- «Era posible una pandemia, pero la imaginaba más controlable; la humanidad y los países bajaron mucho la guardia»
Es difícil no darse cuenta que se está ante un profesor cuando se escucha al doctor Daniel López-Acuña. De tono pausado y relajado a pesar de estar encarando una activa campaña mediática de información –«creo que es muy necesario el trabajo de pedagogía social en este momento»–, este médico nacido y criado en el DF mexicano e hijo de padre asturiano no duda en lanzar apreciaciones que salen del discurso predominante en estos tiempos de confinamiento forzoso y drama humanitario. Ese realismo pragmático, tal vez forjado en su década al frente de la Dirección de Acción Sanitaria en Situación de Crisis de la Organización Mundial de la Salud, lo lleva a asegurar que tal vez el mundo deba prepararse a coexistir por mucho tiempo con el coronavirus, porque no hay certeza que una eventual vacuna pueda solucionar el problema, y el Covid-19 podría acabar siendo como una gripe y obligar cada año a desarrollar un nuevo medicamento.
Radicado en Gijón hace muchos años, López-Acuña trabaja ahora como profesor asociado de la Escuela Andaluza de Salud Pública. Cruzado en forma personal por la pandemia –su padre acaba de morir por Covid-19–, firmó días pasados junto a otros colegas una carta abierta en la que reclamaba a las autoridades una meta más realista, como tener dos infectados cada 100.000 habitantes (con datos acumulados los últimos catorce días, Euskal Herria esta ahora todavía en torno a 90).
- Usted insiste en afirmar que es imposible un riesgo cero de contagio, hagan lo que hagan los gobiernos. ¿Por qué?
- El riesgo cero es imposible porque no tenemos una proporción alta de población inmunizada que garantice que es bajo el riesgo de transmisión. La encuesta de seropravalencia seguramente arrojará, como en otros países, una cifra de 10 a 15% de personas infectadas en toda España, más o menos estará en ese rango. Hay un 85% de la población que es virgen ante la infección y susceptible de infección. Con pocos casos que existan que puedan transmitir a otros, tenemos todo el factor para que se produzca un repunte o rebrote. Por otro lado el virus no desaparece de la noche a la mañana. Si quisiéramos llegar al numero cero de casos donde no hay transmisión tendríamos que esperar a después de julio, e incluso tampoco tendríamos certeza. Es virtualmente imposible, hasta que no haya vacuna o inmunidad de grupo no podemos pensar que nos aproximamos al riesgo cero. Tampoco pensar si el calor del verano abate su patogenicidad o si la inmunidad es duradera porque hay casos de reinfección. Los que imaginan que pueda haber riesgo cero están en un mundo ilusorio. Tenemos que acostumbrarnos a coexistir con un virus que es amenazante.
- Ante esto que describe, usted y otros médicos están recomendando que haya un objetivo con una especie de contagio controlado…
- Creemos que el margen debería ser de uno o dos infectados cada 100.000 y tener así capacidad de apagar de inmediato y poder atender cualquier rebrote, aislarlo, hacer su rastreo y poder controlarlo. Es como volver a los puntos muy iniciales de la epidemia, en los que se podía hacer una contención reforzada. Si tenemos nivel de dos casos por 100.000, que algunas comunidades autónomas ya lo tienen, se pueden detectar y tener una diseminación controlada. Si la vacuna cuando aparezca se vuelve disponible para todos, el gran objetivo sería inmunizar a toda la población. Habría que ver cuanto dura esa inmunidad…
- ¿A qué se refiere?
- Habrá que ver si no estamos ante un virus como el de la influenza [gripe]. Si el virus muta, y nos da una situación en la que no hay una inmunidad duradera, ahí sí que estaremos ante un escenario en el que tengamos que tener una defensa continua activa y anual, como se hace para los mayores con la gripe estacional. Recordemos el gran esfuerzo mundial que hubo que hacer para la cobertura de vacunación de la viruela, que se erradicó en 1978. Había que ir periódicamente a vacunarse y registrarlo en un carnet y gracias a eso se redujo la mortalidad por una enfermedad terrible. Pero ese era un virus que no mutaba por fortuna, o al menos no a la velocidad de la influenza. Si así fuera con el Covid-19, tendríamos que estar en alerta cada año… Pero quiero creer que vamos a tener soluciones a medio plazo y armas terapéuticas.
- ¿Es posible superar la epidemia sin crear inmunidad de rebaño?
- Para que exista inmunidad de grupo tiene que haber entre 60 y 70% de población infectada, dos terceras partes como mínimo. Tendríamos que tener tres o cuatro ciclos de epidemia. Aquellas apuestas que hicieron algunos países al principio que tuvieron que retractarse, como el Reino Unido, fueron apuestas infundadas porque no hay suficiente evidencia en el índice de letalidad. Si se descubre la vacuna y vacunamos a mas del 70%, sí podríamos tener inmunidad de grupo pero, de nuevo, tenemos que pensar cuánto van a durar los anticuerpos. En estos momentos la única manera de cortar la epidemia no es la vacuna, que no la hay, ni la inmunidad de grupo. Sólo queda un arma: el confinamiento y la reducción de actividades gregarias.
- ¿Hay modo de saber qué porcentaje de la población ha podido pasar ya la enfermedad para poder tenerlo en cuenta a la hora de la desescalada?
- La manera de saberlo son las encuestas de seroprevalencia en marcha, nos darán una fotografía, que será de 10 a 15% con variaciones por comunidades autónomas. Unos cinco millones o más de habitantes han pasado por la infección, asintomáticamente o con síntomas. Saberlo ayuda para planificar pero no es la clave para el desconfinamiento y el regreso a la nueva normalidad, porque hay que ver otras variables, como el índice de transmisión, disponibilidad de UCIs, capacidad de rastrear contactos de los casos, etc. Es un estudio en fases y la primera estará en tres semanas y luego las otras dos son para ver evolución en tiempo y distribución geográfica. Creo que antes de un mes estarán los primeros resultados pero no dependemos de ello para la acción de ahora.
- ¿Es posible que con esta desescalada el Gobierno busque realmente crear de modo controlado esa inmunidad de grupo, obviamente sin decirlo?
- No, no es posible. La inmunidad de grupo está fuera de la cuestión porque se alcanzaría sólo al sextuplicar lo que hemos visto hasta ahora y eso sería una hecatombe.
- La canciller Merkel dijo que los especialistas le repiten solo una cosa: «Test, test y test». ¿Hasta qué punto es importante hacerlos a gran escala?
- Yo tambien dije que hay que hacer mas pruebas pero no masivas. Pablo Casado dijo que hay que hacer a toda la población y eso es un error científico y epidemiológico. Hay que hacer más test para diagnosticar asintomáticos positivos. Estamos en alrededor de un millón de test y hay que hacer tres millones. Hacérselo a personal sanitario, residentes en geriátricos y trabajadores de primera línea de cuerpos de seguridad y de comercio de alimentación, a todos los casos sospechosos de poder tener coronavirus y a los contactos de esos contactos. Hay que focalizar en los grupos de alto riesgo para detectar a los positivos pero no poner todo un dispositivo para la totalidad de los 47 millones. Ya pasar a tres millones supone un esfuerzo monumental, pero 47 millones es un despilfarro ilógico y no tiene sentido.
- ¿Por qué la epidemia ha impactado tanto en Euskal Herria o Madrid y tan poco en Andalucía o Galicia?
- Bueno, en España hubo una combinación de focos de trasiego de viajeros internacionales y centros de alta densidad poblacional. También la coexistencia de personas de edad avanzada en pisos pequeños con niños pequeños. Eso aquí y en Italia se encuentra más. Galicia y Asturias, que no han sido tan afectadas a pesar de tener población mayor, seguramente fue porque hubo menos siembra de casos iniciales por trasiego internacional y tienen la población más distribuida. Y también son sitios en los que jugó un importante papel la forma de organizar la atención primaria, no se han saturado los hospitales. Cuando vas sumando en la ecuación estos factores….puede que haya variaciones climáticas estacionales de humedad pero aún no lo sabemos bien.
- ¿En Andalucía puede haber influido la temperatura más alta?
- Hubo más propagación en Granada y Málaga que en Sevilla, llama la atención si es el factor de temperatura. Los resultados sobre el impacto del calor los tendremos pronto, pero todavía no hay evidencias suficientes aunque sí parece ser que se propaga menos.
- Acabando en un terreno más personal, ¿alguna vez cuando era estudiante imaginó que viviría una pandemia de esta magnitud?
- Era posible que ocurriese esta pandemia, pero la imaginaba más controlable, como la del ébola o el cólera en Latinoamérica, que me hizo ver que había enemigos de muy difícil control y que siempre existía este riesgo de un patógeno altamente letal y transmisible. De alguna forma la humanidad y los países bajaron mucho la guardia, la gripe aviar no fue tan severa y nos ha pillado muy desprevenidos. Tenemos que aprender mucho y tener cuidado con esta interfase de reservorios de animales y el contacto con los humanos.
Las prácticas de consumo de animales salvajes deben ser muy vigiladas y tenemos que hacer más estudios de patógenos, invertir en conocimiento ecológico y en los preparativos para poder responder. En 35 años tuvimos muchos casos ya: el MERS de los camellos, la gripe aviar y la porcina, el VIH que vino de monos y ahora esto. El riesgo está ahí y seguramente no será la última pandemia ni el último patógeno.
(Daniel Galvalizi, Gara)